CLARETE
A veces las administraciones parecen legislar con un gran desconocimiento de las costumbres y usos de sus territorios. Este es el caso de los vinos claretes. Un tipo de vino que hasta hace muy poco quedo fuera de la ley por un capricho de la Unión Europea .Algún burócrata decidió que esa mezcla de uvas no merecía ser tomada en cuenta. Pero en gran parte del Norte de España se producía este tipo de vinos para consumo diario de forma ininterrumpida desde hace décadas. Y de pronto aparecería en las mesas como si fuese un forajido.
Para conocer su historia y su importancia no tenemos más que pasear por algún pequeño viñedo de aquellos que plantaron nuestros abuelos .Enseguida nos daremos cuenta de la tremenda variedad de vides que conviven en una pequeña parcela .Al llegar, ya desde la entrada del majuelo, veremos alguna higuera escoltada por pequeños melocotoneros de viña y algún otro árbol frutal que da escasos y pequeños frutos extremadamente dulces.
Al adentrarnos entre las ordenadas filas de vides veremos una mezcla de distintas variedades ,blancas, royas y tintas .Algunas se plantaron mas por tenerlas en la mesa que en la bodega, otras serán rarezas , se plantaron por curiosidad, alguien regaló un injerto de algún pueblo lejano o simplemente los insectos crearon algo nuevo. Es raro ver viejos viñedos de este estilo plantados con una sola variedad. Para los urbanitas que observan con ojos profanos todo parece plantado sin un orden. Pero en este precioso caos hay un orden antiguo fruto de la observación de los agricultores durante vidas enteras.
Las vendimias siempre han sido días de mucho trabajo pero también de fiesta. Familias enteras que se reunían y colaboraban, pasando de un viñedo a otro .Transportando uvas mientras se cantaba y se enseñaba el oficio a los mas pequeños. Días duros pero felices.
Esa forma de trabajar marcaba la cosecha, las uvas se recogían cuando se podía y no esperando a una madurez fenólica por tanto las uvas no maduraban tanto y eran vinos menos alcohólicos .Las uvas blancas se prensaban con las tintas y aportaban frescura y elementos estabilizadores al conjunto. Y la falta de medios para controlar la fermentación marcaba también el proceso de trasiego desde el trujal a las viejas tinas de gastada madera. El resultado era un vino de poco cuerpo, con una corta vida y con menos grados de lo que estamos acostumbrados hoy en día. Vino de agricultores orgulloso de su trabajo, de pueblos que crecieron con el esfuerzo de sus gentes, un vino que merecía mucho mas y que por fin podemos apreciar en toda su calidad.

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